Vómitos cibernétikos producto de la locura, el mal genio o la incontrolable melancolía.
una ráfaga de viento voló mi alma por los cielos altos
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viernes, 27 de enero de 2023
miércoles, 25 de enero de 2023
A hurtadillas
martes, 24 de enero de 2023
I
En la casa de los corazones rotos se instaló un nido de pájaros. Ella no entendía muy bien como unos animales tan astutos habrían de instalarse en un lugar tan rodeado de muerte.
II
Demoró siglos en apaciguar las voces insaciables de su cabeza, que, con incansable sed de lloros y lamentos atormentaban su cerebro incluso mientras dormía. Durante esos meses, Catalina tuvo pesadillas casi todas las noches. Aquellas donde los monstruos no la hacían gritar del miedo, o despertarse hecha un nudo de lágrimas, no lograba recordar que había sido de su subconsciente mientras el otro descansaba. Del sueño solo quedaba una vaga sensación que la acompañaba los tres minutos mínimos, que una persona prudente se queda en la cama luego de abrir los ojos por primera vez en un nuevo día. Ella prefería (como cualquier persona en su sano juicio) esa leve sensación momentánea a la daga punzante y dolorosa que se clavaba en su corazón noche tras noche, pesadilla tras pesadilla. Obviamente anhelaba recordar sus sueños en las noches sin dagas, mas se conformaba con esa escuálida y escurridiza sensación. La esperanza, le llamaba ella.
lll
Las barbaridades que inventaba su mente mientras dormía, eran por lo general del tipo CATASTROFE. Un drama bizarro con una trama mal redactada y poco profesional. Catalina no entendía de donde salían tantas calamidades. Es decir, entendía perfectamente que de su cerebro, ahora, de que lugar y en que momento se había convertido en una persona tan retorcida nunca le quedaba claro. Así comenzó su habito de fumar en las mañanas. Con el humo del cigarro se tragaba algún que otro pensamiento de mierda. Algún que otro recuerdo.
lV
Las pesadillas arrancaron una noche de abril, la noche donde su corazón se partió por ultima vez. La verdad que ella no quería ver, era que, por defecto, esto pasaría pronto. Catalina andaba con su corazón a cuestas, hacia un buen tiempo. Cuando ese varón de pacotilla decidió divertirse con sus miedos y sus fantasmas.
V
Sus ojos eran transparentes como el oxigeno. Su dulzura no conocía de personas, existía, como un ente autónomo, para quien fuera. Ella sintió que cuando él la miraba la descubría. Como si nadie nunca se hubiera percatado de su existencia hasta ese momento.
Catalina no entendía cuales fueron los motivos para que la última imagen vista por esos inmarcesibles ojos haya sido la de una bala salir disparada directamente a su entrecejo.
Epilogo.
Derramó sobre su sangre el sabor de un amor joven.
En la casa de los corazones rotos han crecido hortensias y azucenas de entre los agujeros de las herrumbradas y desaliñadas paredes curtidas. El olvido florece entre el olor a parca y el sonido de la hoz.
viernes, 20 de enero de 2023
La mala fortuna decidió divertirse conmigo este año. Mas bien de mi. La muy pan flauta no me deja sola, irreversiblemente se aferro como oso coala a mi espalda, no me suelta. Y yo, que siempre anduve media encorvada, ahora se me hace imposible ocultar el pasaje de los años. El jorobado de Notre Dame sentiría envidia al verme pasearme por ahí, así, con mi espalda deshuesadamente jorobada.
jueves, 12 de enero de 2023
La borra de los sueños rotos.
Sirvió su cafe en la taza y se sentó en la mesa, esa que está frente a la ventana de la cocina. Se quedó mirando ese que se yo que conoce la gente que entiende de mañanas y desayunos. La despertó del trance un pensamiento viejo: ¿dónde habían quedado ocultas sus ganas de comerse el mundo?
Valentina tenia treinta y seis años al momento, una psiquis arruinada y un corazón sellado por los diluvios. Desde hacia ocho años había abandonado su idea de viajar por el mundo desquiciadamente, sin entender de hogares ni mañanas frente a la ventana de la cocina tomando cafe sola. Sin entender que a pimpollo (su gata) le era de total vitalidad encontrar su tazón de comida al lado del cuadro que estaba colgado en la cocina, ese que había pintado la bis abuela de la Valentina en sus últimos años y que la acompañaba desde su independencia materna. Valentina no entendía en que momento de la vida había cambiado la mochila de viaje por el café en soledad de la mañana. En algún punto no le molestaba, pues se había hecho entrañable amiga de su rutina y su gata. Mas un deseo profundo cual puñal, merodeaba todavía, incluso en su nueva cocina de su apartamento de soltera. Era de esos deseos que son sueños, sueños rotos, que al correr los años, van tomando forma de fantasmas.
miércoles, 11 de enero de 2023
Insomnio y desahucio.
Yo ya había escuchado, antes, cuando era muy joven y muy virgen de cicatrices, que a veces, y al parecer, unas cuantas veces, el amor no es suficiente, que a veces el amor no alcanza. Y yo rehusaba, estupefacta ante tal aberración. Cómo dos personas que se aman se atreverían a deshonrar sus sentimientos mas exasperantemente hermosos? Y claro, ahora lo entiendo, a medida que van pasando los años, van pasando las cicatrices, algunas hasta siguen siendo heridas, y así nos amamos, todxs rotxs. Intentando respirar en el espacio, sin casco, sin traje, sin aire.
Un diez de enero te marchaste, desde entonces, las gardenias lloran a las cuatro am.