La mala fortuna decidió divertirse conmigo este año. Mas bien de mi. La muy pan flauta no me deja sola, irreversiblemente se aferro como oso coala a mi espalda, no me suelta. Y yo, que siempre anduve media encorvada, ahora se me hace imposible ocultar el pasaje de los años. El jorobado de Notre Dame sentiría envidia al verme pasearme por ahí, así, con mi espalda deshuesadamente jorobada.
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