una ráfaga de viento voló mi alma por los cielos altos

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*** Instrucciones: leer en voz alta a modo de exorcismo con la canción  Le Blues de Françoise de la femme   sonando de fondo los mas alto q...

martes, 21 de febrero de 2023

todos tenemos corazón.

unxs lo usan mas y otrxs menos ♫☼  →← ♥

 Arder. 



Buscar entre los huesos el amor.


Regalar porque sí. 


Soñar mas de lo que vivo, mas del tiempo que me permite el reloj. 


Me abro el pecho de tanto en tanto, no es necesario cortar de nuevo, solo suelto los puntos y dejo a la intemperie las tripas de la incertidumbre. Es que la mayor parte de mi vida soy incertidumbre. Son pocas las certezas: las amigas, los abrazos, las lágrimas, el amor que estruja el espíritu. El sentimiento de no ser nada mas que una miseria en un rompecabezas milenario.

Me acomodo mejor entre las incertidumbres.

jueves, 9 de febrero de 2023

Bajo polvo y telarañas.



A un amor fugaz...

En el subsuelo de mi memoria quedaron guardados los momentos que tomabas mi mano. Los deje en un lugar sobrio,
para no tentarme a revivirlo todas las horas, de todos los días, que tus abrazos no calienten mi cama. Los dejo empolvarse un poco así cuando bajo y los saco de la caja me da alergia, y no me quedo tanto rato escuchando tu risa en la cocina.
Es que siempre que tus ojos tocan mis puertas en sueños, cada una de mis canciones sale a buscarte por el barrio cuando duermo:
incontrolablemente y sin demora. Así, dejan un suspiro melancólico que me apreta el corazón contra la costilla izquierda,

Tan,
tan,
pero TAN fuerte

que me despierto de golpe, con el recuerdo de tu canción favorita en mi almohada y me acompaña ese día como las medias:
todo el tiempo y sin interrupciones.

Es por esto, amor, que guardo tus recuerdos tan abajo. Quizás por eso salen tan arriba y con tanta fuerza.


Estoy desangrando los recuerdos para que circulen mejor los vomitivos aqui y ahora. 

martes, 7 de febrero de 2023

 Me estoy guardando los te extraño en el bolsillo. 

Se saca el cigarrillo de los labios mientras piensa jodidamente en la mirada de Federico. Fede. Ese que sabía risas y tristezas como ella. Ese que abrazaba antes de preguntar. 
Le gustaba la sensación de caminar con Federico de la mano, aunque él al principio un poco renegaba. Como cualquiera pibe de veintitantos años que prefiere escaparse de sus sentimientos antes de hacerle frente a sus miedos. Sabrina evacuó rápido las boludeces del veinteañero, era difícil no enamorarse de Sabrina. Tenía algo en el espíritu que amainaba el caos. 
Se envolvieron rápidamente en esa vorágine que llevan los amantes nuevos, las ganas de respirarse todo el rato, de lamerse, de mirarse por horas. El edén se parecía mucho a su cama. 
A los pocos meses la ceguera del brutal hechizo de enamoramiento que los envolvía los llevo a compartir techo. Otros pocos meses mas y ya estában compartiendo rutinas. Otros pocos meses mas y ya estaban refunfuñando por el aire que respiraba el otro. El reloj, la convivencia y/o la juventud les pasó por arriba como una aplanadora en calle de tierra, pesada y torpe, dejando restos de tierra en los bordes, creando una montañita que no deja pasar el agua. 
Una tarde de julio Sabrina llego cansada del laburo, se sentó en la misma cama que meses atrás era el edén y no pudo aguantar el llanto que hacia semanas venía conteniendo en su garganta. Aguantándolo, hasta estar sola, hasta estar harta. En un atisbo de sensatez juntó todas sus cosas en un bolso viejo y feo, que había ganado en una corre caminata de la escuela de su hermana y huyo lo mas lejos que sus lágrimas la dejaron ver. 
Federico llegó en la madrugada, había salido a emborracharse el alma con amigos. Ni bien puso un pie dentro del apartamento de dos ambientes lo envolvió el vacío. Corrió al cuarto borracho. Se desplomó y lloró como un niño, un niño borracho y vomitado.  Con el corazón en el piso, y un amor que arañaba despacio el umbral del olvido.

jueves, 2 de febrero de 2023

De este vaivén no hay quien me salve.

 Febrero, el mes de mi nacimiento. Por alguna razón hace años es el momento del año donde mas lejos me siento de mi misma, ajena a todo mi yo, a todo este mareo insaciablemente delicioso que llevo, que soy. No entiendo si el pasar del giro terrestre llegando al mismo punto que el día en que por primera vez respiré, sentí los brazos de mi madre, el canto de mi padre, me desequilibra. Mi mamá me contó que no quería salir de su útero, que en el momento que estaba todo pronto para que conociera sus ojos me resistí y atrasé horas un tramite que ya estaba a punto de terminarse. Quizás es eso, al llegar febrero, llega a mi inconsciente esas desesperadas ganas de quedarme adentro, calentita, afuera del mundo aún, afuera del bullicio. 

Veintidós años, once meses y dos días llevo sin encontrar hogar.