Febrero, el mes de mi nacimiento. Por alguna razón hace años es el momento del año donde mas lejos me siento de mi misma, ajena a todo mi yo, a todo este mareo insaciablemente delicioso que llevo, que soy. No entiendo si el pasar del giro terrestre llegando al mismo punto que el día en que por primera vez respiré, sentí los brazos de mi madre, el canto de mi padre, me desequilibra. Mi mamá me contó que no quería salir de su útero, que en el momento que estaba todo pronto para que conociera sus ojos me resistí y atrasé horas un tramite que ya estaba a punto de terminarse. Quizás es eso, al llegar febrero, llega a mi inconsciente esas desesperadas ganas de quedarme adentro, calentita, afuera del mundo aún, afuera del bullicio.
Veintidós años, once meses y dos días llevo sin encontrar hogar.
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