Al final, yo era la vela roja.

 

 El sacudón:_____

Estremecimiento; desde las dermis a las entrañas me recorren los rayos de una tormenta presente, cerquita y distante.   El abismo, la cornisa, las ansias por sentir el éxtasis de desplegar las alas. 

Últimamente ando siempre cansada, no puedo dejar de nadar contra la corriente, me niego a dejar que me lleve el tedio amargo de los egos y el capricho, del mundo y sus barreras.

 Hay días, que se me escapa la juventud por los poros. Hay noches que vuelvo a mis 17, caminando a casa por alguna calle de solymar, exhalando vahos entre la niebla de invierno, con la tranquilidad de quien siente el invierno y la noche una parte de sí. Respirarme dual, embicharme, regocijarme en una soledad acaparadoramente hermosa, encontrarnos, abrazar les amigues, las boludeces, las charlas desgarradoras de llantos y horas, los mimos, la hermandad. 

Que sabrosa dualidad.

 Cansancio y éxtasis. 

Danzarnos la piel cálida y pegajosa del verano::::::) el parque rodo se vistió de invitación,

 nos regaló una lluvia de despedida

y una sombra donde desenvainar los dedos de los pies. 

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 Día de introspección, me abrace al despertarme lluvia de una siesta corta. Vino a buscarme el agua, despertándome de mis aventuras en sueños, me devolvió a la realidad con esa hermosa sensación de quien se despierta escuchando la lluvia, con un dulzor invisible en el paladar y olor a manzanilla. Hoy abrí las puertas y ventanas de lugares de mí que había olvidado, que prefería dejar bajo sombras polvo y telarañas, pero hoy, hoy limpie toda la casa, ni una alfombra quedo sin airearse, ni un rincón quedo sin ser explorado. Revolví entre mis entrañas, escarbe tan, tan, pero tan adentro que una excavadora de ultimo modelo sentiría una envidia inexplicablemente profunda... Ando desmarañando los rincones olvidados de mi espíritu anhelante de vuelo y camino.

 Erradicarme el espíritu del polvo y las telarañas; han de abandonarme los lamentos y los llantos embrujados, las canciones deprimentes que acunan despedidas, los sueños intranquilos que se vuelven pesadillas; han de abandonarme los caminos espinosos; he de regalarme cantos, bailes y caminos, momentos de película, días de ermitaña lluvia, abrazos de hermandad hasta los huesos. 

De los poros de mi piel voy desprendiendo semillas.