La casa se lleno de olor a sangre.
Me caliento las manos sobre mi utero partido, los angelitos abandonaron el cielo que me cubre por las noches, dejando pase libre a los gargajos espesos de la tormenta. Me armo de valor y salgo a que me empape la desidia, el desdén. Llevo los ojos nublados, mas una certeza late pegada a mi corazón.Esto también va a pasar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario