Hace décadas llevo escondidas en mis ojos las llaves de mis tormentas, lástima las lagrimas siempre las tapan, nunca llego a verlas. Cuando el espíritu vuelve a los rincones conocidos de quiebre emocional todo el aire alrededor se congela. La estufa activa su modo especial super freezer tres mil. La canilla de la cocina va dejando las afiladas gotas de la pérdida convertirse en hielo. Mis pestañas se congelan, se quiebra, como mis pechos, mis alas.
Mis propias costillas apuñalaron el corazón que aguardaba su fría muerte.
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